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La imagen del individuo en “Topología de la violencia” de Byung-Chul Han

Parecido a Agamben, se adentra en las oscuridades de la naturaleza humana, dibuja un presente oscuro para los hombres, después de lo cual sólo nos quedaría renacer como el ave Fénix o hundirse para siempre. Es un libro melancólico, con un punto macabro, cuyas frases cortas, secas remiten, o más bien tienen aires de la estética asiática, como un contrapunto al establecido estilo occidental académico.

Culmina con la figura de Homo liber, un prisionero de su propia libertad. En el contexto de su posición dentro de la sociedad, Homo liber es una especie de opuesto al Homo sacer de Giorgio Agamben. El nuevo Homo liber es prisionero de su naturaleza y por ende del progreso de la humanidad. La violencia es una parte inherente a él, una parte inevitable que toma todos los aspectos imaginables. El Homo liber, a pesar de crearse a si mismo superando el Panopticón de Foucault, no puede renunciar a sus demonios.

En la Antigüedad, la violencia se celebra, su puesta en escena “es un elemento central y constitutivo de la comunicación social”. En la Modernidad, el rostro de la violencia sufre una transformación, aunque sigue siendo una violencia de la negatividad.

Han mantiene el concepto de bipolaridad desarrollado por Carl Schmitt (Freund/Feind: amigo/enemigo), Nietzsche (bien y mal) y Foucault (verdugo y victima). La violencia se interioriza y se naturaliza. Este concepto de la violencia corresponde a la idea de la sociedad del rendimiento, la sociedad occidental, capitalista, neoliberal, que puede permitirse sufrir de depresión y burnout. Pero hoy chocamos con el concepto y manifestación primitivos del Estado Islamico (ISIS), que horrorizan nuestra sociedad culta y civilizada, con apariencias de la violencia mucho más refinadas, no por eso menos sádicos y destructivos. Este choque es el verdadero clash de las culturas, que estremece e indigna nuestra sociedad.

El concepto de la sociedad del rendimiento con sus enfermedades modernas, la depresión y el burnout. no es nuevo, en el lenguaje psicoanalítico se les llama psicosis ordinarias. Por eso confunde un poco el hecho que el filósofo da tanta importancia y presenta la sociedad del rendimiento como un fenómeno que mueve el mundo hoy en día. Se puede decir incluso, que omite sucesos en el mundo que contradicen a su teoría, como por ejemplo la Primavera Árabe, y se centra únicamente en la sociedad del rendimiento representada por los países económicamente influyentes. Byung-Chul Han presenta un individuo atormentado, un individuo que obviamente ha tomado el camino equivocado y se ve enredado en sus propios conceptos e ideas en busca de una vida satisfactoria. La sociedad está reducida al concepto de un conflicto antagonista entre extremos y dibuja un ser sumamente infeliz, incapaz de huir de su lado oscuro y sucumbiendo bajo ello. En realidad, suena sobre todo como una acusación directa contra las ideas neoliberales y esto, desde mi punto de vista, da un toque demasiado subjetivo a las ideas del autor.

“La vida nunca ha sido tan efímera como hoy”. La sociedad de hoy, la sociedad del rendimiento se autopercibe y autodefine como una sociedad de la libertad. El narcisismo caracteriza la problemática del individuo contemporáneo, pero este es incapaz de conseguir cualquier objetivo, ya que se auto-obliga a negar sus logros para aumentar el sentimiento del yo. El yo, la naturaleza humana, es el motor de la violencia. Las enfermedades del siglo XX – XXI caracterizan la sociedad del consumo y son su producto al mismo tiempo. El yo intenta destruirse a si mismo, mientras cree que es libre. También la violencia constituye el yo, es parte de la construcción de la identidad, es una fuerza constructiva.